jueves, 28 de junio de 2012



Salgo de trabajar y llamo el ascensor. Cuando llega está casi lleno. Me meto en el hueco que queda mientras soy recibido por miradas glaciales. Una mujer se atreve a decir lo que los demás piensan.
—Por dios, pero si solo es un piso...
Por unos momentos pienso en explicarle lo que es una condromalacia rotuliana.
Pero no lo hago.
Le miro y sonrío. Ella me devuelve la mirada, sus ojos relampagean.
Continúo sonriendo cuando la puerta del ascensor se abre y salgo. Sigo caminando, tratando de no cojear.


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